Procrastinar: qué es y cómo evitarlo

Aunque procrastinar sea una palabreja de resonancias extrañas, en cuanto te digamos a lo que se refiere seguro que identificas fácilmente de qué estamos hablando.

¿Qué es procrastinar?

Procrastinar es posponer tareas importantes, pese a tener la posibilidad y el tiempo necesario para hacerlas, y cuando se convierte en una costumbre puede afectar muy negativamente en los estudios, el trabajo e incluso a las relaciones personales.

La palabra proviene del latín procrastinare, donde pro es adelante y crastinus significa aplazar.

Así, pues, aunque sea un término que se ha puesto de moda recientemente proviene de un idioma tan antiguo como lo es una lengua muerta, mientras que la idea a la que hace referencia se puede encontrar en refranes clásicos tan conocidos como «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy«.

Hablamos, por tanto, de un mal hábito que ha existido desde siempre, si bien quizás el fenómeno sea hoy en día más tendencia que nunca, por resultar mucho más fácil caer en distracciones que desvían el foco de lo importante.

Se entiende mucho mejor qué es procrastinar si vemos algunos de los ejemplos más arquetípicos:

  • Perder el tiempo en las redes sociales o chateando en vez de ponerse a estudiar, trabajar o realizar las tareas domésticas. Algo muy común y potenciado por el hecho de que aplicaciones como Instagram, TikTok o el propio WhatsApp están diseñadas con algoritmos que captan nuestra atención, ofreciendo a nuestro cerebro recompensas inmediatas en contraposición a lo que suponen las tareas pendientes, que suelen implicar esfuerzo y cuyos beneficios, si acaso, se perciben a más largo plazo.
  • Dejar las cosas para última hora, ya sea la preparación de un examen, una tarea que haya que realizar en el trabajo con una fecha límite determinada, un trámite con la administración que tiene un plazo máximo, e incluso reservar en un restaurante o comprar unas entradas para un concierto. Todo esto tiene en común la postergación hasta el último minuto de un cometido a efectuar, con los consiguientes riesgos que eso implica, también en los casos relacionados con el ocio, por la sencilla razón de que si se ha asumido la responsabilidad de encargarse de esa gestión con la pareja, los amigos o ambos se va a quedar muy mal ante ellos en caso de no lograrlo, y más si sospechan que ha sido por ir retrasándolo.
  • Otra forma de procrastinación muy típica es perderse en preparativos interminables antes de ponerse con la tarea, por ejemplo, organizar el escritorio una y otra vez, consultar el correo, prepararse un café y esperar a que se enfríe, etc.
  • También, tendríamos el priorizar otras tareas más sencillas para evitar la tarea principal, esto es como cuando un alumno tiene que realizar un trabajo de clase con un plazo inminente de presentación, y se pone a perder tiempo con el diseño de la portada en lugar de meterse directamente con la investigación o a redactar el contenido.
  • Lo mismo se puede decir de estar constantemente realizando pausas innecesarias en lo que estemos haciendo para ‘descansar’, y además tardar después en ponerse otra vez por estar con el móvil u otras tareas accesorias como las que referíamos.
  • Otro ejemplo sería postergar una llamada telefónica difícil, ya sea porque es para darse de baja de un servicio y da pereza afrontar las mil trabas que se piensa van a poner, o se trate de una conversación pendiente por un asunto personal que hay que resolver, pongamos por caso, para aclarar un malentendido, comunicar una decisión que sabemos que al otro no le va a gustar o simplemente pedir disculpas por algo que hemos hecho mal.
  • Por último, también es procrastinar hacer listas de tareas pendientes sin llevarlas a cabo, o ponerse a leer contenidos o ver videos sobre cómo ser productivo sin aplicarlo. Con ello, en último término, nos engañamos pensando que estamos tomando las riendas, y en realidad estamos igualmente retrasando ponernos con eso pendiente que tanto cuesta.

Con todo, la procrastinación puede abarcar acciones como las que hemos visto, pero también hábitos como dejar de fumar o hacer ejercicio, e incluso se da al retrasar sistemáticamente tomar decisiones difíciles.

En cualquier supuesto, procrastinar siempre tiene consecuencias negativas, que empiezan por uno mismo, al ser una fuente de malestar, desasosiego y deterioro de la autoestima.

Además, al reducir el margen de maniobra ante imprevistos al final acaba provocando también mucho estrés, por no hablar de cuando se produce un error grave de cálculo al estar jugando con fuego…Y en los casos más extremos, puede perjudicar mucho también las relaciones personales, sociales y profesionales.

¿Qué significa ser una persona procrastinadora?

Ser una persona procrastinadora significa que se es alguien tendente a posponer tareas importantes, sustituyéndolas por otras más agradables o irrelevantes, aun sabiendo que esto puede traer consecuencias negativas.

Casi todos tenemos cierta tendencia a la procrastinación, es algo muy humano, y a quien no trata de apurar un minutito más en la cama antes de levantarse seguro que le da pereza poner a secar la colada inmediatamente después de escuchar el aviso de la lavadora de que ya está lista.

Ahora bien, los procrastinadores crónicos que tienen un problema con este tema es probable que lleguen tarde al trabajo más de una vez y dejen que la ropa acabe a menudo con olor a humedad. Aunque lo más grave será que procrastinarán también en cosas muy relevantes, con los riesgos que eso implica.

Además, sabemos que hay problemas que se van agravando si no se resuelven desde el principio, desde un dolor de muelas que inicialmente podía solucionarse de manera rápida y económica con un empaste pero al final requerirá una intervención más drástica y costosa, hasta la deuda de una multa, que por no reclamar o pagar desde el primer momento va creciendo con recargos y penalizaciones.

¿Cuál es la causa de la procrastinación?

En la procrastinación puede haber muchas causas subyacentes:

  • Falta de motivación, ante una tarea que no es nada interesante, y resulta exigente o repetitiva, sin que ofrezca recompensas tangibles o se perciban los beneficios inmediatos de realizarla.
  • Cansancio físico y mental que incita a posponer tareas. También, cuando se está absorbido por responsabilidades exigentes como el trabajo o la crianza que consumen mucha energía, se tiende a postergar en otros ámbitos por más que tengan su importancia.
  • El miedo al fracaso o a ser juzgado por los demás puede desembocar en conductas evitativas, que incluso provoquen no ponerse con algo que hasta hace mucha ilusión, pero se retrasa siempre por temor a no realizarlo bien, a recibir críticas o a no estar a la altura de las expectativas, propias o ajenas.
  • Al hilo del punto anterior, muchas personas perfeccionistas tienden a procrastinar por la idea de que lo que van a conseguir no podrá ser todo lo bueno que se requiere, y tratan de huir de la sensación de incompetencia o el reproche ajeno que entienden que provocará que la tarea no cumpla con esos estándares.
  • Igualmente, la falta de autoestima incita a huir de tareas que se interpreta de manera distorsionada que superan las propias capacidades.
  • Otra causa subyacente de la procrastinación pueden ser patologías como el trastorno por déficit de atención (TDAH), que según los especialistas tendría precisamente como algunos de sus síntomas la incapacidad para establecer prioridades, la desorganización, la dificultad para concentrarse y la evitación de algunos tipos de tareas para realizar otras actividades.
  • Asimismo, la dificultad de algunas personas para manejar emociones negativas y de aquello que genera incomodidad acaba desembocando en procrastinar ciertas tareas.

Con todo, los expertos detectan una mayor tendencia a la procrastinación en nuestras sociedades actuales por el sesgo del ‘presente continuo’, que lleva a dar más valor a los estímulos inmediatos que a los beneficios a largo plazo, lo que se manifiesta en un cortoplacismo que conduce a preferir actividades que dan resultados rápidos, en lugar de las que aportan recompensas a futuro, por muy valiosas que sean estas.

Un ejemplo muy claro es el estudiante que por mucho que sepa que necesita estudiar para un examen importante, es incapaz de parar de ver vídeos cortos en Instagram o TikTok, porque estos contenidos le proporcionan placer y gratificación inmediatos (están diseñados para eso además), aunque resulten efímeros y las consecuencias de aprobar o no vayan a ser duraderas.

¿Cómo se cura la procrastinación?

Aunque la procrastinación no suponga un problema de salud mental como tal, sí que podemos aplicar una serie de pautas que van a ser ‘terapéuticas’, particularmente a la hora de cambiar la mentalidad con la que afrontar las tareas.

  1. Establecer objetivos, priorizarlos y conectarlos con el esfuerzo para llegar a ellos, para así poner en valor y contexto todo lo que hay que realizar para conseguirlo, en vez de verlo como algo inconexo y sin relación con el logro a alcanzar. Se trata de ser capaz de posponer la recompensa duradera en detrimento de la gratificación instantánea que desaparece pronto.
  2. Entender que la organización y la programación de las tareas es el mejor aliado que se puede tener.
  3. Asumir que sacar la disciplina necesaria para cumplir con los cometidos previstos va a hacer que te sientas mejor en tu día a día.
  4. Aprender a decir no, cuando las distracciones que incitan a procrastinar vienen de fuera. Además, poner límites razonables a los demás siempre fomenta la existencia de relaciones sanas.
  5. Saber recompensarte y relajarte: no hay mayor satisfacción que el deber cumplido, y este esfuerzo debe reconocerse también con un premio por pequeño que sea, que ayudará reforzar los buenos hábitos recién adquiridos.
  6. No caer en la autoindulgencia para disculparse si no se cumplen los compromisos establecidos con uno mismo, pero tampoco ir al extremo contrario de no pasarse ni una, porque no reconocer ningún avance, pese a haberlo, y frustrarse fácilmente puede llevar a bajar los brazos y volver de nuevo a la procrastinación más absoluta.

En definitiva, se trata de querer salir de la zona de confort de la procrastinación, que no solo es autolimitante, sino que además en realidad resulta bastante incómoda, desasosegante y frustrante.

¿Cómo dejar de procrastinar?

Hemos visto que para ‘curar’ la procrastinación hay que trabajar varios aspectos, que en conjunto giran en torno a un cambio de mentalidad. Pero, más allá de este, para poder superar el hábito de posponer también va a ser de gran ayuda aplicar varias estrategias prácticas:

  • Dividir las tareas grandes en subtareas, más pequeñas, manejables y realizables a corto plazo, para marcar hitos específicos que sea posible tachar, y recompensar después con cualquier cosa gratificante y saludable.
  • Tener un entorno organizado y limpio aumenta la concentración y el rendimiento. No se trata de ser fanáticos del orden como Marie Kondo, pero sí de ser conscientes de que un espacio despejado ayuda a mantener la atención y ser productivo, especialmente con aquello que más trabajo cuesta hacer.
  • Eliminar distracciones: tener alejado el móvil, marcarse franjas horarias y límites de tiempo para usar redes sociales o silenciar grupos de WhatsApp también va a ayudar a centrarse y enfocarse en las tareas a realizar.
  • Identificar momentos de mayor energía del día, como después de desayunar o hacer deporte, para programar las tareas más difíciles. Piensa que cuanto antes te las quites mejor será tu estado de ánimo, al librarte del peso mental que supone pensar en la obligación de realizarlas, que es algo que también va muy estrechamente ligado a procrastinar.
  • Aplicar técnicas de gestión del tiempo como la Pomodoro, consistente en trabajar o estudiar a intervalos cortos seguidos de breves descansos, aunque habrás de limitar estrictamente la duración de estos, para no caer en la procrastinación precisamente.
  • Si lo que te cuesta es arrancar, puedes probar con la regla de los 10 minutos, para empezar con la tarea únicamente por ese intervalo de tiempo, y luego decidir si continuar o no. Muchas veces, una vez que comienzas, el impulso inicial ayuda a continuar más allá de esos 10 minutos marcados.
  • Utilizar la estrategia de Seinfeld, que consiste en elegir una tarea para realizar cada día, y marcar con una X en el calendario todos los días que se complete. Esta técnica ha demostrado su eficacia para crear e inducir hábitos, así como para fomentar la constancia a largo plazo.

Esperamos que estas estrategias y técnicas sean de ayuda, y que te impulsen a dar el primer paso, que en este aspecto y en casi todos suele ser el más difícil.

Si estás procrastinando con algún pago importante porque tu situación financiera ahora mismo no es muy buena, en AvaFin te ofrecemos la posibilidad de obtener un préstamo rápido para que consigas el dinero que necesitas en minutos, y puedas devolverlo tranquilamente tras cobrar tu nómina o prestación.

¡No dejes para otro momento lo que puedes hacer ya! ¡Comprueba en nuestro simulador cómo serían las condiciones de tu préstamo!

[Total: 1 Promedio: 5]

Ver también

¿Cómo parar el paro si empiezo a trabajar? Todo lo que tienes que saber

abril 18, 2025

Empezar un nuevo trabajo mientras estás cobrando el paro es una situación que puede generar muchas dudas. ¿Qué ocurre con la prestación por desempleo si empiezo a trabajar? ¿Debo avisar al servicio público de empleo estatal (SEPE)? ¿Puedo seguir cobrando si es un trabajo parcial? ¿Pierdo lo que me queda acumulado? Estas son solo algunas […]

Ver más...

Prestamista y prestatario: quién es cada uno en un préstamo

abril 17, 2025

Las palabras prestamista y prestatario forman parte del lenguaje legal básico de los préstamos, siendo además unos términos omnipresentes en los contratos que se formalizan, cuyo propósito es precisamente establecer los derechos y obligaciones de ambos. Sin embargo, ya sea porque la palabra prestatario también parece evocar a quien realiza un préstamo o por simple […]

Ver más...

Préstamo Sindicado: todo lo que necesitas saber sobre esta forma de financiación colectiva

abril 16, 2025

En el mundo de las finanzas corporativas, acceder a grandes sumas de dinero puede ser un reto. Aquí es donde entra en juego el préstamo sindicado, una modalidad de financiación que permite a empresas obtener grandes recursos mediante la colaboración de múltiples entidades bancarias.   Este tipo de préstamo se ha vuelto especialmente relevante en sectores […]

Ver más...