Puede haber muchos motivos para pedir préstamos, en correspondencia con una amplia variedad de necesidades financieras distintas.
Así, es posible precisar un préstamo hipotecario para comprar una vivienda, uno personal para financiar la adquisición de un vehículo o un crédito urgente online, como los que ofrece AvaFin para solucionar una emergencia que suponga un gasto imprevisto.
Estas razones para la solicitud de financiación son perfectamente lógicas, y todos las tenemos contempladas. Pero, ahora bien, cabría preguntase qué pasa si lo que se plantea es pedir un préstamo para pagar otro. ¿Sería viable? Y si la respuesta es afirmativa, ¿resultaría una práctica recomendable?, ¿habría otras alternativas? En las siguientes líneas intentaremos aclarar todas estas dudas.
¿Qué significa pedir un préstamo para pagar otro?
Cuando nos referimos a pedir un préstamo para pagar otro, no hablamos de solicitar uno nuevo pese a estar abonando todavía uno anterior. Algo que se da muy a menudo, sin ir más lejos al estar pagando una hipoteca y solicitar un nuevo crédito para financiar la compra de un bien o cubrir un gasto inesperado.
La idoneidad de este endeudamiento adicional dependerá de la situación financiera existente de cada caso, con especial atención a los ingresos que se perciban y su estabilidad. De hecho, estos criterios tienen mucho peso en las entidades de crédito, a la hora de realizar el scoring bancario (puntuación) del solicitante que decidirá la concesión.
Por pedir un préstamo para pagar otro entendemos utilizar un nuevo crédito para saldar la deuda de uno previo, ya sea en su totalidad o en parte. Si bien, de servir para una liquidación completa a permitir únicamente inyectar una liquidez mínima para afrontar pagos inminentes del anterior hay una notable diferencia, que hace que pueda ser una opción recomendable o no, como explicamos con más detalle en el siguiente apartado.
¿Es una buena idea obtener un préstamo para pagar otro préstamo?
Obtener un préstamo para pagar otro será una solución óptima cuando posibilite saldar completamente el anterior, y disfrutar de mejores condiciones financieras con el nuevo, en forma una tasa de interés más baja, así como unos plazos de amortización más largos que reduzcan las cuotas, y por tanto aumenten la holgura del presupuesto mensual del que se disponga.
En cambio, no será buena idea si de lo que se trata es de evitar un impago del préstamo anterior, realizando una especie de ‘huida hacia delante’ que agravará el problema, ya que se obtendrían los fondos para pagar las cuotas inminentes a costa de incrementar el endeudamiento, y se deberá asumir luego el pago simultáneo de dos préstamos cuando no había capacidad de afrontar uno.
Aunque más allá de que resulte una decisión errónea, es muy probable que cualquier banco o fintech deniegue la petición, atendiendo precisamente a la precariedad de base de la situación financiera. Tampoco sería viable tratar de sortear este condicionante acudiendo a otra entidad distinta a la que concedió el primer crédito, por la sencilla razón de que todas tienen acceso al CIR, la Central de Información de Riesgos del Banco de España, donde quedan reflejados todos los préstamos y créditos que se solicitan, junto con sus avales correspondientes, lo que impide que puedan usarse como garantía más de una vez.
Si el problema de fondo es que no se puede pagar un crédito, hay otras opciones más recomendables que pedir un préstamo para pagar otro solo en una mínima parte, y caer así en un bucle de endeudamiento.
¿Qué hacer si no tengo dinero para pagar mis deudas?
Si no se puede pagar la deuda contraída con un acreedor lo mejor es comunicarle la situación. En vez de precipitarse con alternativas que pueden agravar el problema en un plazo muy breve, descartado también el impago por todas las consecuencias que tiene: incremento de la cantidad adeudada, quedar registrado en ficheros de morosidad que impidan el acceso al crédito o a la financiación, e incluso eventualmente incurrir en responsabilidades legales, según el caso.
Es cierto que actualmente en España particulares y autónomos que no tengan capacidad de pagar sus deudas pueden intentar acogerse a la Ley de Segunda Oportunidad. Aunque implica iniciar un proceso complejo, que entre otros aspectos exige acreditar encontrarse en situación de insolvencia, ser considerado un deudor de buena fe y contar con más de un acreedor.
Renegociación de la deuda
Para ahorrarse complicaciones tomando vías de resolución incierta, si el acreedor es un banco cabe tratar de renegociar la deuda, lo que implicaría modificar las condiciones en las que se acordó el crédito con la entidad. Se trataría de cambiar aspectos como el interés del préstamo, el importe de las cuotas o su periodicidad. Si bien, esta opción puede suponer tan solo un parche temporal, que más allá de evitar caer en el impago (con lo que eso supone en el historial crediticio) solo dé un margen de maniobra limitado durante un tiempo. Y eso asumiendo que la parte acreedora lo acepte sin contrapartidas que le beneficien.
Refinanciación de la deuda
Por ello, la solución que pueden proponer las entidades financieras no sería una renegociación de los términos sino una refinanciación de la deuda, para disminuir la cuota a mensual a cambio de incrementar el plazo de devolución, con lo que al estar pagando el préstamo durante más tiempo se acabará abonando más dinero al final por la acumulación de los intereses.
De ahí, que pueda suponer igualmente un respiro inmediato, e incluso permitir disfrutar de unas cuentas más equilibradas en todo el periodo de amortización del crédito, pero también implique hipotecar el futuro a largo plazo.
Solicitud de periodo de carencia
Otra opción si se afronta una ausencia de ingresos puntual que impida ir abonando la deuda con el banco es solicitar un periodo de carencia. Algo que cabe intentar, por ejemplo, cuando se cae en situación de desempleo y no es posible afrontar los gastos de una hipoteca, por lo que se solicita una moratoria total o parcial en los pagos al banco mientras se encuentra un nuevo empleo.
Aunque en caso de tener varias deudas con las entidades hay otra alternativa que sería mucho más beneficiosa que la renegociación, la refinanciación o la solicitud de una carencia: la reunificación en una sola deuda. A continuación, te explicamos cómo funciona.
¿Cómo unir todas mis deudas en una sola?
Como vimos en el post específico que le dedicamos, consolidar o reunificar deudas permite agrupar distintos préstamos, créditos o hipotecas en un solo préstamo.
Así, se pasa de abonar varios pagos mensuales a una sola cuota mensual, que además será de un importe más reducido a cambio de una extensión del periodo de amortización, con lo que al final, eso sí, se acabará pagando un total mayor y transcurrirá más tiempo antes de alcanzar un horizonte financiero despejado de deudas.
De hecho, se parece bastante a la refinanciación que veíamos en el apartado anterior, con la diferencia de que la otra aplicaba a una deuda concreta, por ejemplo, una hipoteca, y esta abarcaría la totalidad de deudas. Esto además resultaría obligatorio por ley, por lo que habría que reunificar sin excepción préstamos hipotecarios, personales, pagos fraccionados de tarjetas de crédito, etc.
Es una operación que lleva asociadas comisiones de cancelación anticipada y apertura. Mientras que de haber por medio una hipoteca (lo que suele ser habitual en la mayoría de reunificaciones) el nuevo préstamo deberá tener un formato hipotecario, con lo que ello implica, desde en gastos adicionales en tasaciones o notaría hasta a la hora de aportar garantías.
¿Qué bancos hacen reunificación de deudas?
Los bancos suelen ofrecer la posibilidad de la reunificación de deudas a clientes que tengan con ellos los préstamos e hipotecas, en lo que supondría la manera más sencilla de reunificar.
Cuando los créditos están repartidos entre varias entidades o bien se dan complicaciones adicionales como la aplicación de tasas de interés muy distintas, puede ser necesaria la contratación de un servicio especializado, proporcionado por una empresa mediadora que gestione financiaciones de esta clase, para que en nombre del cliente negocie la concesión del nuevo préstamo, a cambio de una comisión importante que se añadiría al resto de gastos.
Así, vemos que existen soluciones para evitar caer en una lista de morosos por deudas que no se tiene capacidad de pagar, lejos de prácticas financieras que puedan agravar el problema como pedir un préstamo para pagar otro. Algo que solo sería financieramente viable cuando hablamos de reagrupaciones, para incluir todos los existentes en uno solo que resulte más asequible de abonar.
Con todo, en la medida de lo posible, hay que optar siempre por la prudencia financiera, y procurar no contraer deudas a largo plazo que en un momento dado puedan hacer incurrir en bucles o ciclos de endeudamiento.
Pensando precisamente en estos problemas, desde AvaFin apostamos por ofrecer préstamos personales con periodo corto de amortización, para no hipotecar el futuro de nuestros clientes, y que no tengan que arrastrar el pago de cuotas mensuales durante un periodo muy dilatado de tiempo, con lo que eso implica también en intereses que se van acumulando.
Además, abogamos por la responsabilidad financiera, por lo que solo concedemos un nuevo crédito tras haberse saldado el anterior, evitando así la realización de prácticas que puede perjudicar al cliente como sería solicitar un préstamo para pagar otro.
Una vez devuelto el solicitado, sí que recompensamos la confiabilidad demostrada dando acceso a un préstamo por importe mayor, que puede llegar a ser de hasta 1.300 euros para nuestros clientes más fieles que tengan un historial creditico impecable con nosotros.
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Preguntas frecuentes
No hay un límite con un número determinado de préstamos que se pueden solicitar. Pero su concesión dependerá de la evaluación de solvencia que haga la entidad financiera, y de la capacidad de satisfacer las garantías que esta requiera.
En AvaFin seguimos una política de no conceder más de un préstamo a la vez, para no dar lugar a un endeudamiento excesivo que pueda perjudicar al cliente. Aunque sí que es posible pedir un préstamo personal inmediatamente después de haber liquidado el anterior.
El alivio o quita de deudas pendientes consiste en la condonación de una parte de ellas por parte del acreedor, con el objetivo de evitar el impago total del deudor. Para conseguir este propósito suele venir acompañada de una flexibilización en las condiciones de pago. Normalmente es una opción más orientada a grandes empresas o clientes de bancos de alto perfil que atraviesan dificultades económicas.
Si están todas en una misma entidad bancaria habría que negociar con ella un préstamo de reunificación. Y si se encuentran repartidas entre varias cabría recurrir a una entidad especializada en reunificación de deudas, o bien intentar gestionar por cuenta propia la obtención de un préstamo que reúna todas las obligaciones en el banco que ofrezca las mejores condiciones.
Existen asesorías y servicios especializados en gestión de deudas, pudiendo ayudar a los clientes que las contratan desde a obtener préstamos de reunificación hasta a acogerse a Ley de Segunda Oportunidad. También, hay organizaciones sin ánimo de lucro que ayudan a defender los derechos e intereses de familias afectadas por endeudamientos excesivos, embargos y subastas.