Conoce cómo se pueden reunificar deudas

En este post explicamos qué es la reunificación de deudas y cuándo se puede realizar, cómo se lleva a cabo exactamente, las ventajas y desventajas que tiene, así como las situaciones en las que resultaría recomendable hacerla y en las que no.

Por último, también veremos las alternativas que habría al margen de reunificar préstamos, que pasarían desde por renegociar los ya existentes hasta por acogerse a la Ley de Segunda Oportunidad, una opción más drástica que solo cabría valorar ante la imposibilidad de afrontar los pagos.

La reunificación de deudas y sus ventajas

Mediante la reunificación de deudas se agrupan distintos préstamos o hipotecas que podamos tener en un único préstamo. Con ello, se obtiene un primer beneficio evidente, como es la simplificación de pagos, al pasar de pagar varias cuotas a pagar una única cuota.Algo que elimina calentamientos de cabeza, y facilita un mejor control de las finanzas.

Aunque el motivo principal por el que se busca la agrupación de deudas es que elimporte de ese pago único sea menor a todo lo que se tenía que abonar antes.

Así, el objetivo sería obtener una nueva cuota mensual lo suficientemente asequible que permita pagarla sin problema mes a mes, y liberar liquidez para otros gastos, desahogando de este modo toda la economía personal o familiar.

Desventajas de la reunificación de deudas

Por lo visto hasta ahora, la reunificación de deudas para pasar a pagar una única cuota mensual más asequible supondría una solución idílica. Sin embargo, tiene sus contrapartidas, dado que es una operación que conlleva el incremento del periodo de pago o plazo de amortización, sobre el que siempre aplican unos determinados intereses, que harán que al final el monto a abonar sea mucho mayor. Al margen de todo lo que conlleva arrastrar una deuda durante más tiempo desde una perspectiva financiera a futuro.

Además, más allá de lo que implica la extensión del plazo de devolución de créditos, se trata también de una operación financiera que tiene varios costes asociados a sufragar de manera inmediata, ya que lo que se está haciendo en realidad con la reunificación es la cancelación o amortización de los préstamos e hipotecas preexistentes, para abrir un nuevo préstamo. Esto, siempre implica el pago de comisiones por amortización anticipada, así como el de la comisión de apertura que se debe abonar cada vez que se accede a un préstamo, crédito o hipoteca.

Adicionalmente, si entre las deudas que se pretenden agrupar hay hipotecas, habrá que formalizar la apertura de una nueva, con lo que acarrea ello igualmente en múltiples gastos extrabancarios: tasaciones, notario, impuestos…

Por otra parte, en caso de tratarse de deudas contraídas con un mismo banco, lo más probable es que ese nuevo préstamo de reunificación pueda ser ofrecido por la entidad, y no haya que afrontar desembolsos adicionales a los referidos de comisiones de cancelación anticipada de los antiguos préstamos y por apertura del nuevo.

Pero si las deudas están repartidas entre varias entidades o se dan otras circunstancias que dificulten el proceso de reunificación (como préstamos con diferentes tipos de interés o cuya titularidad se reparta entre dos cónyuges), puede resultar necesario el concurso de una empresa mediadora, que esté especializada en este tipo de financiaciones, y realice la gestión a cambio de una comisión por la operación, que se sumaría al resto de gastos.

Contratar este tipo de servicios suele suponer un coste considerable, debido a que esta empresa mediadora se ocupará desde de estudiar en profundidad las deudas (analizando los correspondientes tipos de interés y plazos de amortización de cada una), hasta de negociar con las distintas entidades bancarias en aras de conseguir una unificación lo más satisfactoria posible.

Tipos de deudas que se pueden reunificar

Las diferentes deudas que sería factible agrupar pueden incluir cualquier tipo de préstamo,ya se trate de un préstamo personal o cualquier modalidad de crédito al consumo, financiaciones recibidas para la compra de productos, las cantidades pendientes de tarjetas de crédito repartidas en cuotas (como por ejemplo las ‘revolving’) y también hipotecas, como hemos visto.

Ahora bien, siempre será necesario cumplir una serie de requisitos:

  • No se puede hacer una selección de deudas a la carta, dejando fuera algunas, hay que realizarlo con todas para que queden englobadas en el nuevo préstamo.

  • En la mayoría de ocasiones en estas reunificaciones suele haber por medio una hipoteca (lo más habitual es agrupar la de una vivienda con préstamos personales solicitados por ejemplo para la adquisición de un vehículo). Esto implica que la agrupación se efectúe bajo un formato hipotecario, y que por tanto se reclamen por parte de las entidades bancarias las mismas garantías que piden para esta modalidad de préstamos, siendo la más significativa que la cuantía no supere un porcentaje del valor con el que esté tasado el bien hipotecado, un baremo que suele situarse en torno al 80%.

  • También, entrarían en liza otros criterios que se tienen en cuenta para la concesión de hipotecas, tales como la situación financiera del solicitante, si tiene ingresos fijos estables, si puede aportar el aval de otra propiedad o de un tercero que le avale, y por supuesto el historial crediticio que ofrezca, con especial atención a si figura en ASNEF u otros ficheros similares que registran la morosidad en caso de impago.

¿Cuándo es conveniente reunificar deudas?

A la hora de plantearse la reunificación de deudas es necesaria una profunda evaluación de la situación financiera personal.

Sobre el papel, pagar menos cada mes por lo que se debe y agruparlo todo encima en un único pago tiene unas evidentes ventajas. Pero a cambio, se corre el peligro de hipotecar el futuro a largo plazo por obtener una mejora inmediata.

Por ello, es imprescindible valorar si las distintas deudas a afrontar cada mes realmente ahogan, hasta el punto de comprometer cubrir necesidades básicas o de poner en riesgo de caer en impagos, ya sea de suministros o de las propias obligaciones crediticias contraídas. En este supuesto, una reunificación de las deudas puede suponer un alivio existencial, aunque a la larga se vaya a pagar más al aumentar el plazo de amortización.

A favor de la agrupación, cabe argumentar que a efectos de planificación financiera siempre será más fácil de calcular una sola cuota (aunque la misma esté sujeta a variabilidad), que hacerlo con varias, particularmente si entre ellas hay las correspondientes a hipotecas que no sean de renta fija, por estar vinculadas al EURIBOR.

Por el contrario, si se trata de cuotas que se pueden asumir apretándose tan solo un poco el cinturón y sobre las que hay perspectiva que supongan paulatinamente un peso económico menor, la reunificación no tiene por qué resultar la opción más recomendable. Sobre todo, si al juntar deudas aumenta el plazo de devolución de los distintos préstamos que tenemos (no olvidemos que se ha de hacer con todos), para acabar pagando mucho más al final, e ir arrastrando el lastre de la deuda bastantes más años, con lo que ello supone.

En cualquier caso, la idoneidad de reunificar también vendrá determinada por las condiciones que se obtengan, por lo que aquí cobra una gran importancia la negociación que se haga con las entidades bancarias, ya sea directa o con la ayuda de empresas mediadoras (que cobran por sus servicios pero pueden negociar con varios bancos), para ver las comisiones cobradas por cancelación de los antiguos préstamos y apertura del nuevo, los intereses que se aplicarían, el nuevo plazo de amortización…

Hay que tener presente que esta unificación de deudas, por muy bien que pueda venir a quien está ahogado mes a mes por las cuotas de varios préstamos, no es un favor que hagan los bancos, por la sencilla razón que para ellos siempre y cuando se cumplan las garantías que requieren es una operación que les resulta beneficiosa, tanto en resultados económicos a largo plazo como a la hora de evitar el riesgo de impago de clientes que estarían en el filo por acumular varias deudas.

Alternativas a la reunificación de deudas

En el supuesto de que no salga a cuenta la reunificación, existen fórmulas de renegociación de deudas aceptables por las entidades bancarias.

Así, por ejemplo, si se da un sobreendeudamiento asfixiante podría solicitarse cambiar las condiciones de un préstamo que se esté llevando ‘la parte del león’ en cuanto a gasto mensual, para sin ir más lejos aumentar el periodo de amortización y que baje la cuota. Aquí la diferencia con la agrupación estribaría en que se ahorrarían las comisiones de cancelación de los antiguos préstamos y de apertura del nuevo, e incluso más gastos si hay una hipoteca de por medio que conlleve notario e impuestos.

Por otro lado, si la dificultad para afrontar las distintas obligaciones contraídas es coyuntural, se pueden pedir periodos de carencia, esto es un plazo de tiempo en el que se sufraga una menor cuantía o incluso ninguna cantidad. Algo que puede suponer una muy buena opción siempre que se tengan claras las condiciones asociadas a esa concesión.

Hay otra alternativa más que comporta un proceso más complejo, y solo resultaría oportuna para situaciones de insolvencia. Se trataría de acogerse a la Ley de la Segunda Oportunidad, aplicable desde 2015 también a personas físicas y autónomos que sean considerados como deudores de buena fe, para que no tengan que padecer embargos ni quedar fuera del sistema por las deudas que no puedan pagar.

Si bien esta legislación, que podrás consultar aquí, aboca a un largo camino, que incluye pasar por las diversas fases legales de intento de acuerdo extrajudicial, concurso de acreedores, fase de liquidación y solicitud de la exoneración de deudas.

Así pues, hemos visto que existen múltiples opciones cuando no se pueden afrontar deudas o se quiere mitigar el peso de las mismas mes a mes. Pero antes de elegir cualquier vía se precisa un adecuado estudio de la situación financiera de partida, evaluar las condiciones asociadas a las distintas soluciones y cuantificar calculadora en mano la repercusión que tendrían estas, tanto en costes inmediatos como a largo plazo.

La totalidad de alternativas existentes conllevan cierto proceso, por lo que no serían la respuesta para personas que estén buscando fórmulas de financiación inmediatas. Para estos casos, emergen oportunidades como los créditos urgentes online de AvaFin, ideales para afrontar gastos de emergencia y que al ir asociados a plazos cortos de devolución evitan ir arrastrando deudas, con todo lo que eso supone también en acumulación de intereses.

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